El estudio llevado a cabo por un grupo de
investigadores del Hospital Clínico San Carlos en Madrid, España y publicado en
PloS One, han demostrado que si una mujer consume durante el embarazo, más de
cuatro cucharadas de aceite de oliva extra virgen y un puñado de frutos secos
diarios, como por ejemplo pistachos, reduciría un 30% la posibilidad de
adquirir diabetes durante el embarazo. Además las embarazadas ya diabéticas y
que utilizaban insulina, disminuían la mitad de la dosis de ésta.
Otros de los beneficios que encontraron
fueron:
- Disminución de las infecciones urinarias, tan frecuentes en el embarazo.
- Disminución de los accidentes perineales en el parto.
- Mejora de la salud en el período postnatal, tanto para la madre como para el niño.
Entre los frutos secos, se utilizaron los
pistachos, porque al llevar cáscara estos y tener que quitársela para comerlos,
la sensación de saciedad llegaba antes al cerebro que los frutos secos que no la
llevasen.
En el estudio se comprobó también, que
las embarazadas que seguían esta dieta no ganaban peso, en comparación a las
que tomaban alimentos ricos en grasas trans contenidos en productos de snacks y
otros tipos de comidas.
En resumen, este estudio demostró que los
ingredientes que constituyen la dieta mediterránea contribuían a mejorar la
salud en general y de las embarazadas en particular. El poder antiinflamatorio de
esta dieta y su riqueza en antioxidantes la hacen ser una joya de la salud por
sus innumerables efectos beneficiosos.
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