Las
hepatitis víricas o inflamación del hígado son ocasionadas por virus, generalmente de los tipos A, B, C, D y E. De
estos virus los B y C son los principales causantes de cirrosis hepática y de cáncer de hígado.
Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay cuatrocientos millones de
personas infectadas a nivel mundial y de ellas la mitad no lo saben.
HEPATITIS
A y E.
Se
da fundamentalmente en niños y adolescentes, se presenta en forma de epidemias,
trasmitiéndose a través de alimentos y agua contaminada. En la mayoría de las
ocasiones se presenta con vómitos, dolor abdominal, fiebre, coloración amarilla de las mucosas o ictericia,
orina oscura y heces sin color; a veces se presenta sin síntomas y se resuelve
sin secuelas originando una inmunidad
permanente.
HEPATITIS
B.
Se
contagia a través de las relaciones sexuales sin protección, sangre
(transfusión o drogadicción) y de madre al hijo durante el embarazo o el parto.
En la mayoría de las ocasiones no aparecen síntomas.
El
90% de los casos de Hepatitis B se resuelven solos y el 10% pasan a la cronicidad,
pudiendo llegar a cáncer de hígado sin fase previa de Cirrosis.
Su
tratamiento es con antivirales.
Actualmente
hay vacuna para este tipo de hepatitis y en muchos países está en el calendario
vacunal.
HEPATITIS
C.
Es
una Hepatitis, la mayoría de las veces silenciosa. El pronto diagnóstico y la administración
del tratamiento adecuado del que se dispone actualmente, evitaría llegar a las
fases últimas de Cirrosis y de Cáncer de hígado.
El
virus de la Hepatitis C fue descubierto a finales de los ochenta, por lo que todas
la personas que recibieron una transfusión de sangre antes de esta fecha deberían
de hacerse un análisis de detección de este virus. La latencia de estos, a veces
de hasta veinte años y su falta de síntomas, la hace ser una de las
enfermedades de las que deberíamos estar
pendientes, sobre todo si tenemos o hemos tenido factores de riesgo.
Aunque
antes de 1992 las transfusiones sanguíneas eran el mayor medio de contagio, son
ahora la colocación de piercings y tatuajes en lugares no controlados
sanitariamente los que ocupan el primer lugar. El uso de jeringuillas compartidas en la drogadicción
está también entre las formas más frecuentes de transmisión.
DIAGNÓSTICO.
La
elevación de las transaminasas hepáticas y consecuentemente la detección de
anticuerpos y conteos de la carga viral nos llevarán al diagnóstico.
Ojalá
todo el mundo pueda acceder a un diagnóstico adecuado, a la vacuna de la Hepatitis
B y al tratamiento de la Hepatitis C.
Dra
J. Hurtado Martínez
Directora
Médica de HealthSalus
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