En 1982 dos científicos australianos, Marshall y
Robin recibieron el Premio Nobel de Medicina por uno de los grandes
descubrimientos de la historia de ésta:
El que la causa principal de la mayoría de las úlceras de estómago y gastritis
era una bacteria llamada, Helicobacter Pylori.
Esta bacteria que se aloja en las paredes del
estómago y que se encuentra aproximadamente en el 50% de la población mundial adulta,
llega hasta el 90% en algunos países de África, Asia y Latinoamérica y entre el
30% y 40% en Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá. Los niveles
encontrados son bajos en países como Suecia, Holanda y Dinamarca y se transmite
a través de aguas contaminadas, manos, saliva, etc.
Los síntomas son los de la úlcera de estómago y
duodenal presentándose como un dolor
típico en la boca del estómago, que aparece dos o tres horas después de las
comidas, que despierta por la noche y que se calma con la ingesta de alimentos o
antiácidos. Otro síntoma importante seria la dispepsia gástrica o sensación de plenitud
después de las comidas, ardores o reflujo, náuseas, vómitos, etc. También se
puede presentar sin síntomas y sus consecuencias más graves serían el cáncer y el
linfoma gástrico.
El diagnóstico se realiza a través de pruebas como:
la de la urea o prueba del aliento, la endoscopia gástrica con toma de muestra
de las úlceras del estómago o duodeno, analítica de sangre, etc. Pero sin duda,
lo que ha revolucionado el diagnóstico, por ser rápido y barato, ha sido la detección
del antígeno de la bacteria a través de una muestra de heces.
El tratamiento se realiza con antibióticos e
inhibidores de la bomba de protones como el Omeprazol, Pantoprazol y aproximadamente
durante tres semanas. Se realizarán también revisiones periódicas una vez que
se ha tratado, hasta comprobar que la bacteria ha desaparecido.
La Organización Mundial de Gastroenterología, recomienda
que se realicen pruebas de detección de la bacteria a los jóvenes de
poblaciones en donde haya más incidencia de cáncer gástrico, tanto familiar
como demográficamente hablando,
previniendo así el desarrollo del cáncer gástrico en ellos.
Lavarse minuciosamente las manos con agua y jabón mínimo
durante un minuto, beber agua potable o en su defecto agua hervida cuando no
haya seguridad de que el agua no esté contaminada, y lavar bien los alimentos
como vegetales y frutas, serian las precauciones más importantes a seguir para
prevenir el contagio de la bacteria.
Dra. J. Hurtado Martínez
Directora Médica de HealthSalus
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